jueves, 20 de mayo de 2010

Gacela Primera: Del amor imprevisto

“No estoy herida señor, sino muerta” le dice Orlando al aventurero Shelmerdine después de conseguir escapar del laberinto. “No estoy herida señor, sino muerta” me digo a mi misma cuando despierto al lado de alguien con quien he pasado la noche y compruebo que mi corazón sigue blindado.

El amor me acosa por todos los flancos, el amor me rodea y me pregunta, me pide mi opinión y luego se esconde, o sigue su camino.

Hoy no hay entrevistas en la agenda, hoy me voy a sumergir en el mundo eficiente del proletariado organizado. Tengo cita con un abogado de un sindicato para presentar una reclamación en el INEM. Me han visto pinta de rica y me han denegado la prolongación de la prestación que en teoría me corresponde. Es una forma de hablar. Dicen que tengo rentas familiares y que no cumplo los requisitos. “No se dejen engañar, señores protectores de esta marea humana de desempleados, que mi trench no es de Fendi sino de Zara y de hace varias temporadas, lo que pasa es que soy resultona. Pero no es mi culpa, es herencia materna”. A los señores del INEM no les puedo explicar que los asuntos de familia son asuntos de familia y que yo navego sola y estoy a punto de perder mi barco. Lo sé, es un argumento demasiado abstracto. Presentemos el recurso con el abogado y ya está. Me cojo el 27 y me bajo hasta Lope de Vega. Hay un sol radiante y el día marcha despacio y tranquilo, deslizándose entre los gigantes edificios de color gris. A mi me viene a la memoria la mañana todavía reciente en la que mi amigo el Autor y yo cruzamos Kreutberg a pie hablando del amor. Mi amigo el Autor habla mucho del amor. “Yo lo que quiero es volver a estar enamorado” me dice . “Pero si tienes un trabajo muy chulo y además te pagan muy bien. ¿Para qué quieres enamorarte?" le pregunto yo. Y él me mira pasmado, como intentando decidir si soy un monstruo, o simplemente una snob más. Entonces me recompongo y me disculpo. “Perdona, es que me acaba de poseer el espíritu de Luis Ciges en Amanece que no es poco”:

-Antonio Resines: Padre, echo de menos a madre.
-Luis Ciges:  Ah, pero…¿ no te gusta la moto que te he comprado? Es una moto con sidecar.

Pues yo igual. Mi amigo el Autor dice una y otra vez que quiere estar enamorado y yo solo puedo pensar en que si tuviera una moto echaría a correr kilómetros, y el amor, si quiere, que venga. A ver si me pilla.

El edificio del sindicato es realmente feo y deprimente, y todo el mundo viste fatal. Ya está otra vez aquí mi peor yo. “ Shut up bitch!” Le increpo a Lullu-diablillo “¿No ves que nos van a echar a patadas del edificio si te escuchan y en el banco solo nos queda líquido para los dos próximos meses? Necesitamos su ayuda” me apoya Lullu-angelito. “Dios mio, ese tinte de pelo color berengena es realmente terrible” reconoce Lullu-angelito cuando llegamos a la puerta de la asesoría de Seguridad Social. “I told you” se reafirma complacida Lullu-diablillo “I can´t figure out where she got those trousers. They are the same color than her hair”. La señora del outfit berengena me dice que espere unos minutos, que está atendiendo a unos señores. Los señores son dos. Uno con gafas Trotsky y voluminoso jersey de lana y otro con gorra de marino y parca de color militar con algunas calaveras cosidas en las mangas.” Búscate un buen abogado, y que sea socialista. Pero no socialista como Zapatero” le dice el de las gafas Trotsky al de la gorra de marino. “Hay que joderse. Nosotros tenemos que apretarnos el cinturón para ayudar a Botín y a su puta madre y en cambio yo no tengo derecho a la pensión por discapacidad que me corresponde. Vaya socialismo de mierda.” le dice el de la gorra de marino al de las gafas Trotsky. Madre mia, pienso, como está el patio. Quizá debería darme la vuelta e irme de puntillas, pero justo en ese momento la señora berengena me llama y me hace pasar al despacho del abogado no sin antes darme un repaso de arriba abajo. Menos mal que ayer estuve viendo Yo, Cristina F, y por eso hoy me he fabricado un estilismo yonky-cool, con calcetines y tacones incluídos. Muy buena pinta no tengo.Con mucha imaginación a los señores camaradas les pareceré un poco friki, pero no creo que vayan a pensar que soy una intrusa. “Don´t worry” me dice Lullu-diablillo “this people are not aware of all the rubbish you have in mind. They have serious things to think about. You know. Come back to Earth, sweetie” .Así que le expongo mi caso al abogado, presento la documentación y lo dejo en sus manos. Y después cojo un taxi junto al Jardín Botánico para ir a dar mi clase de coche. Me recuesto en el asiento trasero y me dispongo a disfrutar. Recorrer la Castellana en taxi es uno de los pequeños placeres que me depara esta ciudad. Me gusta mirar los edificios y la gente desde detrás de la ventanilla, y observar al taxista por el espejo retrovisor. Este es la versión Leganés del Paul Newman de Dulce pájaro de juventud. Tiene la piel bronceada en el cuello y en la cara, y algo estropeada para su edad. Y las manos parecen ásperas, con las uñas mordidas y un poco sucias. Pero es muy guapo. Sus ojos son como dos aguamarinas, tiene el pelo fuerte y rubio ceniza, y una sonrisa bonita. Cuando llegamos al final del trayecto me dice que son diez euros con veinte. Le alargo el billete y le digo que tengo los veinte sueltos. Y cuando dejo la moneda sobre su palma él cierra levemente la mano y siento su tacto. Sutil pero clara su intención. Ha inclinado el monte de Venus y cerrado un poco la mano para tocar la mía. He sentido su tacto leve en la palma y el roce en la punta de los dedos, y le he dejado hacer. He depositado la moneda y he mantenido un segundo la mano sobre la suya. Y después he abierto la puerta del coche y le he dado las gracias. “Que tengas un buen día” me ha dicho. “Igualmente” le he contestado. Detalles así hacen que te enamores de la ciudad. Este es el tipo de amor que necesito, he pensado. Sin ningún peligro. Una amor que pasa tan rápido que no da tiempo ni a mirarlo pasar. Creo que estoy a salvo.

Como aun falta un poco para que empiece la clase me meto en el Vips más cercano, escojo un libro al azar y me pongo a leer “Se llama Lolita Palma y tiene 32 años, edad en la que cualquier gaditana medianamente lúcida ha perdido toda esperanza de casarse. En cualquier caso, el matrimonio no es, desde hace tiempo, una de sus principales preocupaciones. Son otras cosas las que la inquietan…Niña de la mejor sociedad…Educación moderna…habla, lee y escribe inglés, y se defiende en francés…lástima que se haya quedado soltera”. Levanto la mirada del libro y me quedo pensativa. Es curioso, me digo, este señor no me conoce de nada, pero aquí estoy, en sus páginas. Y cierta ensoñación romántica me coge por sorpresa y me envuelve unos segundos. ¿Dónde andará ese corsario mío? ¿En qué mar del norte, del sur, del este o del oeste estará enredado? ¿Y si no llego a cruzármelo nunca? Daría lo que fuera por toparme con él ahora mismo. Y las mariposillas de este sentimiento imprevisto vienen a ponerme incómoda al darme cuenta de que no estoy a salvo de nada, y mucho menos de sentir. Por una fracción de segundo reconozco mi deseo oculto. Y luego cierro el libro de golpe, me sonrío condescendiente conmigo misma y me devuelvo aliviada a la realidad. Anda, tontita, que eso solo pasa en los libros. El paseo en coche durante una hora por el norte de la ciudad me deja nikel para la tarde. Sesteo, leo, escribo y trabajo un poco. Pero no va a ser tan fácil, pequeña, no vas a escapar así como así. Porque me descargo una peli de una de esas páginas que quieren cerrar y aquí viene el segundo imprevisto del día. Otra vez las mariposillas molestonas y un amago de respiración agitada. Casi al final de la película, Joaquin Phoenix se acerca a la barandilla que separa el paseo de la arena en Brighton Beach. De repente la imagen me atrapa y siento un pequeño mordisco en el estómago. Tengo la mirada clavada en la esquina superior de la pantalla. Un toldo azúl con grandes letras blancas anuncia Tatiana Grill. No puedo apartar los ojos del toldo y vuelvo a perder la conciencia de la realidad. Hace nueve años yo estuve una noche sentada en esa terraza escondiéndome de una cita. Un chico venía a verme desde Europa y yo pensé que algo muy fuerte debía mover a aquel chico para venir desde tan lejos a citarse conmigo. Así que me quedé quieta en aquella terraza, rodeada de mis compañeros de clase y de algunos profesores, mirando el relog constantemente, sabiendo cuándo y donde me esperaban, pero sin moverme de allí. Luego bajé caminando con el resto del grupo hasta Coney Island y me monté en la montaña rusa y grité muchísimo agarrada al brazo de un compañero de clase. Llegué cuatro horas tarde a la cita. El chico estaba asustado y temblaba. Pensó que había cruzado el Atlántico para verme y que nunca me encontraría. Y que estaba allí solo y perdido con su ímpetu y su error. Tuve que tumbarme encima de él, en mi pequeña habitación de Alumni Hall, para que entrara en calor y dejara de temblar. Después vinieron sentimientos muy muy profundos. Aun no sé por qué hice aquello, por qué me retrasé a propósito. But with a little effort, I still can feel his heavy breathing.

El día va llegando a su fin y yo , por la noche, me reúno con los amigos en el Molly Malone para ver el partido. El ambiente es sensacional. Pintas que van y vienen. Chicos y chicas con camisetas y bufandas del Athleti cantando. Todo el mundo anima a su equipo. Y una buena parte de mi gente está entre ese mundo. Junto a mi viene a sentarse un jovenzuelo, amigo del hermano pequeño de mi amiga la del martillo. El chico me ofrece cigarrillos, me da de beber de su pinta y me pregunta qué tiene Quique Sánchez Flores para que cada vez que le enfocan le grite guapo. “Que le sienta muy bien el abrigo y que una vez le dio un ataque de risa en un rueda de prensa y me cayó muy simpático” le contesto. Cuando termina el partido el grupo decide cambiar de bar. Cruzamos San Andrés y llegamos al Evaristo. Atmósfera de club con tonos rojizos, muy buena coctelería y muy buena música. El chico es muy atento conmigo pero yo no le echo cuentas. Tiene la cara como el culito de un bebé, qué puedo decir. Estos días no juego al azar. No me arriesgo mucho, aunque reconozco que vengo necesitando un abrazo profundo desde hace algún tiempo. Uno de esos de everything is gonna be all right. No tiene porque durar más de 30 segundos, a lo sumo un minuto, y después ya cojo fuerzas y sigo yo sola. Un abrazo así es difícil de conseguir. Pero mira por donde el chico con la cara de culito de bebé sabe dar ese tipo de abrazos. Tercer imprevisto. La noche ha avanzado bastante y vamos un poco finos, eso es cierto. Pero de repente me encuentro en su abrazo, sostenida, y me susurra cosas al oído. Cosas que significan everything is gonna be all right. Y yo me quedo muy quieta y le escucho. Después cierran el bar, cada uno se va a su casa, y en la glorieta de Bilbao me pregunta “¿Estás segura de que no quieres que te acompañe a casa?” “No, muchas gracias, vivo aquí al lado”. Y me vuelvo sola pero me traigo su abrazo conmigo.

Esta semana he leído en tres medios diferentes que Damien Hirst, James Gray, Agustín Fernández Mallo y Manuel Vila dicen, con palabras diferentes, que es el amor lo que mueve el mundo. El amor me acosa por todos los flancos. El amor me rodea y me pregunta, me pide mi opinión, y luego se esconde o sigue su camino.

Sí, lo admito. “No estoy muerta, señor, sino herida”. Y ahora me voy a la cama. Para nadie se queda hoy el perfume de mi oscura magnolia.




Referencias interesantes:

1.- El divan del Tamarit, Federico García Lorca. Gacela I: Del amor imprevisto : “Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientre…”. Qué verso tan magnético, qué hechicero Lorca con las palabras

2.- Instrucciones para blindar un corazón, Jose María Parreño. Precioso poemario de amor de este autor ganador del Premio Adonais de Poesia

3.- Orlando, Virginia Woolf. Orlando ha sido un personaje presente siempre para mi, incluso antes de haberlo leído.

3.- Orlando, Sally Potter. Brillante combinación, la de Tilda Swinton, Sally Potter y Virginia Woolf.

4.- Amanece que no es poco, Jose Luis Cuerda. Ya he dicho muchas veces que esta película me parece una maravilla

5.- Christiane F, Uli Edel. Me gusta la estética, y Bowie claro. De este director muy interesante también Last Exit to Brooklyn

6.- Dulce pájaro de juventud, Richard Brooks, sobre la novela homónima de Tenesse Williams. Cómo es Tenesse Williams….

7.- Two lovers, James Gray. Mi nuevo artista favorito. Director neoyorkino con cuatro películas que son cuatro obras de arte: Little Odesa, The yards, We own the night  y Two lovers.

8.- Una forma de hablar, María Rodés. Mi último descubrimiento musical. 
http://www.myspace.com/mariarodes
9.- Damien Hirst, artista británico con rango de celebrity.

( La descripción de Lolita Palma y el personaje, claro, pertenece a El asedio, última novela de Pérez Reverte)


miércoles, 5 de mayo de 2010

Los piratas y las musas

Como soy peliculera, como me gusta curiosear, como me gusta acercarme al borde de las cosas y mirar lo que hay allí, por eso me llamo a mi misma pirata. Y como los piratas, aparte de personajes románticos de novela son también tipos que navegan al margen de la ley, yo me reúno a las 10 de la noche en la latina con una representación de la camorra napolitana y de la mafia rusa (y esto es una semimetáfora) para hablar de formas urgentes de hacer dinero. “Con un par de veces 1000 pavos serían para ti, Lullu. Luego es cosa tuya si quieres repetir”. La rapidez es tentadora y el tono de la propuesta suena atractivamente al otro lado de la ley, sobretodo teniendo en cuenta las actuales circunstancias. Miradme. Nadie diría que soy una delincuente. Corte de pelo años veinte, chaquetita negra de Paul&Joe con mangas de farol, pantalones de H&M que se parecen a aquellos pitillos de rayas verticales que llevaba Dylan en la gira en que le llamaron Judas, y bailarinas de purpurina (quién sabe, Dorothy, quizá hoy en algún momento nos desviemos hasta Oz antes de terminar el día). Estábamos buscando un lugar tranquilo y apartado para hablar del tema y tomar una cerveza, cuando dos tíos han levantado un coche delante de nuestras narices con la mayor naturalidad. Se han acercado corriendo, le han preguntado a un tipo con aspecto de homeless que estaba delante de él “¿Es este?”. El homeless ha asentido y los dos tipos han abierto el coche, se han subido, lo han puesto en marcha y se han ido a la carrera. Nosotros nos hemos mirado y hemos decidido por unanimidad que ese no era un lugar seguro para hablar de lo que nos traíamos entre manos. “Piénsate bien las cosas y sé cautelosa” me dice Lullu-angelito.” You shut up for a while, honey pie, we need some cash here, you know” le dice a ella Lullu-diablillo.

El día ha transcurrido más o menos así.



Comencé esta mañana en La musa de Malasaña, sentada en la barra, desayunando rodeada de algunos chicos del barrio a los que conozco de coincidir allí. “¿Y ahora qué haces?”. “Pues precisamente voy a una entrevista en un rato” “Tío, me han dicho que tienes un estudio fotográfico, y un amigo y yo queremos hacer un shooting con modelos masculinos” “Yo te dejo el estudio, pero me los tengo que tirar a todos” “Chicos, ya sabéis, si no podéis quitaros de encima al típico invitado pesado, haced como en el campo del Barça”. Y luego, a continuación, han venido unas risas frescas y mañaneras . El café, buenísimo, y, aunque hay una gran variedad de desayunos, todos ellos apetecibles, yo miro la pizarra y me aventuro con el desayuno del día. Crujiente de rabo de toro, ahí queda eso. Puede que suene demasiado fuerte, pero es delicioso, se deshace en la boca y esta mañana yo ya parecía sospechar que el día de hoy necesitaba un desayuno de campeones. La entrevista durará más allá de las tres de la tarde, y dependiendo del tráfico puede que tarde hasta una hora en volver a Madrid. De modo que he disfrutado de mi desayuno de campeones, me he despedido camino de Moncloa y me he subido al autobús que había de conducirme a Las Afueras. Me he recostado en el asiento, me he puesto a mirar a ratos por la ventana y he dejado que las opiniones de Martin Eden se mezclen con mis propias reflexiones……." There was much that was dim and nebulous in that World, but…he saw, also, the way to master it. To write! The thought was fire in him”. Esas palabras eran las palabras que emocionaban al niño que cuando fuera grande quería ser escritor. “He was too young to know better but he robbed himself of life for the sake of thirty thousand a year that´s clean wasted upon him. Why thirty thousand, lump sum, wouldn´t buy for him right now what ten cents he was layin´up would have bought him, when he was a kid, in the way of candy an´peanuts or a seat in nigger heaven” I think you are right, Martin. But look at me now. I had my ten cents of candy almost everyday when I was a kid. I was told about studying and learning for a living and I did. And also I´ve been a good girl, reliable and trustful, but I can´t find my place. I do live life, it´s true, but somehow I feel I´ve been robbed too.

“Tiene usted media hora para venderse” me dice el hombre con corbata seguro de si mismo desde dentro de su traje de chaqueta. Y yo, volviendo a tener en cuenta las actuales circunstancias, siento una enorme tentación de decirle "¡Fuck you!", aunque el cielo se vea muy celeste y los árboles muy verdes a través del ventanal que hay detrás de él y eso me parezca encantador. No sé si merece la pena venderse por lo que piensan pagarme. Pero estoy limpia y reluciente con mi camisa blanca de bordados, mi pelo colocadito detrás de las orejas y poco rouge en los labios no vayan a pensar que soy una buscona. “No tengo problemas en inglés, me defiendo bien en francés, las nuevas tecnologías no me son ajenas, tengo experiencia en este campo y sobretodo unas enormes ganas de aprender.” (Qué bonito es todo esto. Trabajar en un lugar rodeado de naturaleza. Hasta que se haga de noche. Llegarás muerta a Madrid. Olvídate de escribir. ¿De verdad es eso lo que quieres?) “No. El horario tampoco me supone un problema. Estoy totalmente disponible”. Estrechamos las manos, nos despedimos con una cortesía de libro y me salgo al sol a aclararme las ideas. Pero el sol es demasiado fuerte y me quedo dormida en el autobús. Mis ideas van a seguir en la oscuridad un rato más. Llego a Madrid y me reúno con dos amigas para tomar algo y hacer un poco de sobremesa.



Una se ha separado y lleva puesto por camiseta un salto de cama y la otra se va a vivir con su novio y lleva un martillo en las manos. “Bonitos complementos, chicas, ¿epítetos de vuestros estados civiles?”. “Tía, odio cuando te pones tan pedante” dice la del martillo. “Anda, pídete una copa” dice la del salto de cama. Ellas ya han empezado a celebrar la velada con algunos gintonics. “No puedo más con la mudanza” “El tío de Internet con el que quedé anoche era un cuadro” “Pues yo he tenido una entrevista de trabajo en un campo de concentración”. Y así pasamos la tarde, tan ricamente. La gente va y viene, nosotras no paramos de hablar, y las rondas…como la gente. Van y vienen. Cuando la puesta de sol se aproxima anuncio “Chicas, yo me retiro que tengo un negocio entre manos”.

Segunda parte del partido.

Me he duchado, me he cambiado de camisa, esta vez negra y sin bordados, y he vuelto a salir. La cita era con un viejo amigo y dos tipos a los que no he visto en mi vida, los de las formas “rápidas y urgentes de hacer dinero”. ¿Debería ahora entretenerme en un debate sobre lo que es moral e inmoral? Adelanto que no veo claros los conceptos. Vivimos tiempos en los que muchos de los mejores asientos están ocupados por culos de ladrones, la corrupción está protegida por ley y las influencias y los contactos son el verdadero código de ética. Visto así, entonces esto es un océano libre y yo soy un corsario. Pero soy sensata y les digo que me lo voy a pensar y que me tengo que marchar porque he quedado.




Me voy paseando hasta La musa latina y me reencuentro con la del salto de cama y con la del martillo que aun siguen allí. A estas alturas, las dos están afónicas. “¿Pero tú no tenías un mueble de Ikea que montar?” pregunto a la del martillo “¿Eh? ¿ Are you talking to me?” me responde. “Relájate chica, que el día ha sido muy largo. Camarero, tres chupitos de ron” me dice la del salto de cama. Y cuando vamos a brindar, al filo de la medianoche ya, ocurre el momento mágico del día. Vuelvo la cabeza por azar hacia la entrada del bar y ¿ qué veo? ¡Al Pirata Barrera entrar en La musa mirándome sonriente como si hubiera sido la semana pasada la última vez que hubiéramos estado de cañas! “ ¡¡Barrera!!” grito al tiempo que me levanto y salto literalmente encima de él.  El me agarra al vuelo, me coge en brazos, y los dos nos quedamos mirándonos muertos de risa por la sorpresa, y al mismo tiempo por lo natural que nos ha parecido volver a encontrarnos. Hace casi siete años estuve de cañas con Barrera por última vez, en otro bar y en otra ciudad. Vivíamos en el mismo barrio y coincidíamos a menudo. Una vez hicimos juntos un viaje en coche al fin del mundo con un tercer pirata llamado Kappa. En una misma noche bailamos en bares de tres ciudades distintas. Y en la carretera todo el rato oíamos la misma canción “ Ain´t no mountain high enough”. Sabía que había hecho bien en ponerme las bailarinas de purpurina hoy, me digo. Quizá no me hayan llevado hasta Oz pero me han traído hasta una playa de la Isla de La Tortuga. Y eso es casi mejor.

Medianoche ya. Dejo atrás el día, me olvido de meterme en líos ( ya lo pensaré mañana, como Scarlett o´Hara)  y dejo de preocuparme por los hombres y mujeres que te piden venderte desde dentro de su traje de chaqueta ( ya lo pensaré mañana) . Mi camarada de tantos abordajes, el bravo pirata Barrera, mis nuevas camaradas, la chica del martillo y la chica del salto de cama, y yo, estamos aquí y ahora y vamos a tener, en palabras del primero, un momento de magia. Y brindamos por ello.




 Referencias interesantes:

1.- La musa y La musa latina. Las fotos de los locales pertenecen a ambas musas. Bar, restaurante, cocktelería, sitio de encuentro...Para mi desde luego. Si estais en Madrid seguramente las conoceis, si venís de visita pasaros por allí. Echadle un vistazo a la página web: http://www.lamusalatina.com/

2.- Las Afueras. Luis Goytisolo. Me gustan los límites borrosos entre colección de relatos y novela. 

3.- Martin Eden. Jack London. Una maravilla

4.- El niño que cuando fuera grande quería ser escritor. Es el nombre del personaje protagonista de un relato que me encanta, La vocación literaria, de Rodrigo Fresán. Pertenece a su primer libro, Historia Argentina.

5.- La última es una fotografía de una de las variedades de Gin Tonics que probé ese día en La musa. Pido detalles y los traigo aquí en breve.