domingo, 13 de febrero de 2011

In treatment

What is it that makes people named crazy, unstable or insane different from "ordinary people", people called "normal". ¿Cuál es la línea que separa la cordura de la locura? Porque a veces, me da la impresión de que puede ser muy muy sutíl. Y luego está el prejuicio de la terapia. Las cosas se hablan en la privacidad de la familia, o en la intimidad de los amigos más cercanos, pero no vas y le cuentas todos tus trapos sucios a un perfecto extraño, al que además le pagas para que te escuche. Si te consideras sano, has de ser muy sofisticado, o un poquito snob, or maybe just able to go a step beyond, para hablar con naturalidad de tu experiencia con la terapia. En mi caso, que he crecido con algunos familiares estudiosos del psicoanálisis y otras terapias, diagnosticando las neurosis del resto de la familia en cualquier conversación, y con este resto de la familia, reduciendo al ridículo y llamando locos a aquellos, sentir curiosidad por el tema fué desde bien temprano algo natural.

Some therapies I have been into:





















Referencias interesantes:

1.- Hitchcock y la locura. Me encanta el tratamiento de la locura en las películas de Hitchcock. Bueno, en realidad me encanta Hitchcock, pero me entretiene particularmente su interés por el tormento psicológico de las personas,  su acercamiento en el cine a la locura y en concreto a las teorías de Freud. Under Capricorn, Rebecca y sobretodo Marnie y Spellbound, donde hay toda una puesta en escena del estudio del inconsciente.

2.- Dos clichés que no se pueden pasar por alto y sobre los que me encantaría debatir. La relación entre Psicoanálisis, Judaísmo y Argentina. ¿ Por qué los psicoanalistas son casi siempre o judíos o aregntinos? ;-)

3.- Good Will Hunting, Gus Van Sant. Primero de los videos insertados arriba. A mi me parece una película buenísima. Por miles de detalles que me seducen. El ambiente del MIT y Harvard y todo ese rollo, el tema de las clases sociales, ( que ya he dicho mil veces que me puede), lo que se considera éxito y fracaso en la vida, y por las sesiones de terapia, que son muy buenas. Incluso con la manía que le tenía a Robin Williams, en esta película 7parece brillante. Y para colmo está dedicada a Allen Ginsberg.

4.- Ordinary People, Robert Redford. Brillante, sin más.

5.- Prime, Ben Younger. Divertídísima, genial. Las actrices fantásticas, la historia buenísima y el actor...en fín, al actor me gustaría encontrármelo...

6.- The Soprano. ¿ Qué voy a decir yo que no se haya dicho ya de los Soprano? ¿Que inauguraron una nueva era en la televisión?

7.- Mumford, Lawrence Kasdan. Me gusta muchísimo Lawrence Kasdan. Soy una fanática de Grand Cannyon. Y esta película Mumford, recuerdo que me tuvo también muy entretenida durante algún tiempo. Un desconocido llega a una pequeña ciudad y se establece como terapeuta. De repente, se convierte en un personaje muy popular y atractivo en esta pequeña comunidad de gente corriente, donde, a pesar de ser pequeña y corriente, it seems there´s a lot going on.
 
8.- In Treatment, Rodrigo García. Además de que las historias de los personajes, que se dejan ver a lo largo de las sesiones, son interesantes y cualquiera puede verse reflejado, hay un cuidadoso y detallado tratamiento de cómo funcionan la dinámica y las reglas de la terapia. La relación que se establece entre paciente y terapeuta, y el proceso que sigue esta relación, paralelo a la vida. Me gusta mucho la primera temporada. La 2ª y la 3ª se me hacen más pesadas.

9.- El anuncio de la ONCE

domingo, 6 de febrero de 2011

Common People




"Cuando llegué aquí, el debate de mi sexo no era el único debate, también lo era el de mi posición en este mundo. Y ese segundo debate, en parte, me lo había provocado el amor y el abandono de El dueño de la música. Aunque solo en parte. Yo ya venía de tiempo atrás intentado decidir en qué lugar estaba, cual era mi posición. Porque uno anda siempre buscando su lugar en el mundo, pero además, ha de tomar una posición en el pequeño orden en el que vive, en su entorno, en eso que llaman “la sociedad”. O al menos, eso era lo que yo creía. Durante mucho tiempo sentí que era un deber tomar partido, y que tomar partido significaba decidir de una vez quién era, donde me posicionaba y elegir entre mis distintos yo, uno en perjuicio del otro. No pensaba que se pudieran sumar. Creía que no estaba permitido. Que no se podía vivir en una permanente tensión, dividida, siempre fuera de lugar, demasiado loca para vivir entre las chicas buenas y niñas bien entre las que me crié, y con la piel demasiado blanda para ser una buscavidas, sin conflictos ni estúpidas cuestiones morales, y sobretodo sin los tics que me delataran como a la niña que mamá educó. Pero la ciudad me ha acogido sin prejuicios, para bien y para mal. Me da leche con galletas como al resto de sus hijos, si las hay, y cuando faltan me deja a mi suerte...

...Con El dueño de la música y sus amigos de ideas con mayúscula yo estaba de acuerdo en todas las definiciones. Mi tipo de pensamiento es bastante abstracto, me refiero a que me voy con bastante facilidad por las nubes, y el suyo era un discurso lo suficientemente abstracto como para que yo pudiera comprenderlo. Sé lo que significa progreso, diferencia, derecho e injusticia. También entiendo qué quiere decir conservador y reaccionario. Lo que no acabo de ver es como y en quién se traduce hoy en día todo esto...

...lo cierto es que mi escepticismo llegó a atormentarme en algún momento. En parte parecía el culpable de mi desarraigo espiritual, de no poder pertenecer a nada, de no ser parte de un grupo y de no poder ser de nadie al fin. Aquel tipo y sus amigos me parecían muy afortunados por tener unas ideas tan claras y por poder creer tan firmemente en ellas. Sus ideas me sonaban a algo así como a orgullo de clase, y aunque eso a mi me parecía muy antiguo y muy rancio, también me parecía encantador. Al menos me parecía encantador en El dueño de la música. Yo no tenía de eso. Bien es cierto, que si dejaba a un lado el encantamiento que aquellos rasgos producían en mi mente enferma de novelas y películas, no podía evitar escuchar el rencor y el resentimiento (también de clase) colándose por las rendijas de sus ideas con mayúscula. Y tampoco podía evitar preguntarme cuánto tardaría cualquiera de ellos en vender su orgullo de clase y sus ideas a la mínima ocasión que tuvieran de hacerlo a un buen precio. 
En cualquier caso, la manera de pensar de aquel tipo me caló muy hondo. Y cuando me vine a la ciudad quise vivir como él hablaba. Para poder entenderle mejor, para estar en su piel, aunque ya no fuera a verle más..."

Referencias interesantes:
1.- Common People, Pulp, una de esas canciones que luego los críticos musicales llaman himno generacional.
2.- El texto es una selección de distintos fragmentos del capítulo Common People  de "Análisis Musical", Luisa Ramone