martes, 20 de octubre de 2009

¿ Donde está Mr. Darcy?

Este año he alargado la temporada estival hasta los últimos rayos, hasta casi el cambio de hora. He disfrutado de la luz de la costa, de la calma de una ciudad pequeña y de cierta soledad también. He vivido mucho para adentro estos dias, he estado pensando y recordando. Ante todo este ha sido un verano de mujeres para mi. He revisitado a Jane Austen, leido a Simone de Beauvoir, disfrutado de Colette como una colegiala y fisgado en las plumas de las redactoras de Vanity Fair, Vogue y otras publicaciones que junto con los periódicos del día nuestra vecina dejaba cada mañana en una bolsa a la puerta de casa. Unas largas vacaciones sin planes y también un poco de reposo prescrito han sido los pretextos perfectos para entregarme a la pereza, a la lectura, a las conversaciones cerca del mar y a los mimos maternos acompañados de historias. Mis amigas, por otra parte, me han llamado regularmente desde la ciudad para mantenerme actualizada de todo lo que acontecía y para hacerme reír. Nosotras somos así. A nosotras nos gusta hablar.Así que me he entregado sin reservas a este verano habitado casi exclusivamente por mujeres, como si se tratara de una peli de George Cukor o de Almodovar.

Y como donde hay un grupo de mujeres es inevitable que surja el tema, es decir, que se hable de hombres, vamos a entrar ya de lleno en la pregunta: ¿ Donde está Mr Darcy?

Al primero que se lo pregunté fue a mi mejor amigo . Es un hombre inteligente, que sabe mucho, escritor y viajero, así que su opinión me parecía que podía ser de gran ayuda. Y a mi pregunta respondió diciendo que los hombres no vienen hechos de fábrica y que son las mujeres los que tienen que hacerlos. De entrada he de reconocer que la respuesta me jode un poco. “Oye, que cada uno traiga el trabajo hecho de casa, ¿no?” me digo en un arranque de egoísmo. Puede que sea esta mi primera reacción porque, lo admito, soy perezosa, y además ya me está costando bastante esfuerzo hacerme a mi misma como para tener que continuar el trabajo con el de al lado también. Será por eso que sigo libre como el viento mientras muchas mujeres de mi alrededor andan por ahi empleándose a tope en amasarse y fabricarse hombres con todo el material que van pillando por ahí. Pero unos minutos de reflexión después, consigo relajarme un poco y reconozco que las relaciones con los demás implican ciertos intercambios, crecimiento, evolución, ayuda, y que por fuerza el amor también debe tener algo de todo eso… Así que acabo por admitir que para tener una relación con un hombre hay que poner un poco de trabajo y no ser egoista. Y estoy dispuesta a trabajar de un modo altruista si me encuentro con algun tipo que merezca la pena. El problema es que yo también me encuentro bajo el hechizo de este modelo masculino tan popular entre las mujeres a pesar de pertenecer a un tiempo que ya parece demasiado remoto, y eso me impide ver a mi alrededor hombres con los que apetezca ser altruista.

La mayoría de las mujeres que conozco, solteras, casadas, viudas o divorciadas, hayan leído o no a Jane Austen, siguen pensando que Mr Darcy se escapará un día de su novela y se les aparecerá en carne y hueso. Y lo entiendo. Porque es difícil no desearlo. Es muy difícil resistirse al encanto de este ser todo principios, firmeza, inteligencia, discreción, elegancia y pasión. Un hombre fuerte y de buena posición. Un ser brillante, sin duda. ¿ Será Mr Darcy a algunas mujeres lo que los culos de Manara a algunos hombres? Por hacerme una idea, digo. Aunque la verdad, no creo que haya comparación. Hoy en día es más fácil conseguirte un buen par de tetas que cualquiera de las cualidades enumeradas anteriormente. Lo que tiene Mr. Darcy, exceptuando el tamaño de su patrimonio, no hay quirófano ni fortuna que te lo consiga. Es un hombre de verdad. ¿ Y qué es un hombre de verdad? Pues el hombre que responde a la idea femenina de lo que es un hombre. ¿Y de dónde viene esta idea de hombre? Pues ni idea. Solo sé que pone el listón demasiado alto para el resto de los mortales masculinos, y que esto le servirá a algunos para sostener esa tesis de que las mujeres somos más retorcidas que los hombres, porque, eso si, parece que lo que las mujeres piden es más difícil.Nos hicieron creer en unos modelos masculinos que no tienen mucho que ver con los prototipos reales, y claro, los desencuentros estaban cantados. No es culpa de Jane Austen. Ella solo pretendía ser irónica.

Pero,¿quién creó estos modelos? ¿ A quién se le ocurrió inventar un sexo masculino adornado de valentía, fortaleza y honestidad? Porque la mayoría de los hombres que conozco no son nada de ésto. No es tarea fácil encontrar hombres fieles a los principios que defienden. A la mayoría les cuesta demasiado ser valientes o firmes en las ocasiones importantes. Una actitud elegante en un hombre es tan irresistible como improbable. En cuanto a la inteligencia, está repartida por igual entre hombres y mujeres, y para ser sincera ,ni unos ni otras hacemos demasiado gala de la misma. Pero en lo que no está igualado el reparto para nada es en la fortaleza. Es realmente difícil encontrar esta cualidad en un hombre. De hecho, la mayoría de los hombres que conozco son más débiles que la mayoría de las mujeres que conozco. Como dice Lucía Etxebarría en Amor, curiosidad, prozac y dudas, la fortaleza no se mide por la masa muscular. Fortaleza es la capacidad de resistir, y es una cualidad femenina. No, Mr. Darcy no parece un ser muy probable de encontrarse en carne y hueso.

En el pequeño pueblo costero en el que he pasado los dos últimos meses la vida es tranquila y son principalmente las mujeres las que la relatan. Se ven mujeres por todas partes,grupos de mujeres reunidos a la orilla del mar, en el paseo marítimo, en las terrazas de los cafés o en los jardines que rodean las casas. Los ecos de sociedad se siguen comentando como toda la vida. Se reportan casamientos, separaciones, nacimientos, estados de solvencia y se valora el tamaño de la suerte de las mujeres al haber encontrado a un hombre que le solucione la vida. Para mi, que vivo en un mundo con alquileres imposibles de pagar, despidos a la orden del día, atropellos a la legalidad, y amores que se rompen todos los días antes de que los protagonistas puedan consagrarse como eso que se llama pareja, me resulta fascinante que este otro mundo de novela decimonónica todavía se sostenga en pie. Pero ser amada sigue siendo el destino deseado por las mujeres.Tener un hombre al lado que la nombre. Y no digamos ya si se trata de un hombre de recursos, en cualquier sentido de la palabra que queramos imaginar, en el más amplio que podamos imaginar. Por poner un ejemplo, ser amada por un hombre al que no haya que hacer, que ya venga construido, de donde quiera que venga.

Las mujeres a las que he escuchado este verano están cansadas de los hombres que tienen junto a ellas y están desencantadas de su destino femenino, pero siguen perpetuándolo en sus hijas, en las hijas de sus amigas, en sus conocidas, y en las conocidas de sus conocidas, alimentando el espíritu del cuento de hadas en el que el final felíz es que te encuentre un hombre de verdad y se quede a tu lado para siempre.

También mis amigas me cuentan sus historias, y hay que decir que estas no son precisamente cuentos de hadas. Amantes que aparecen y desaparecen,hombres cobardes y débiles, novios poco respetuosos y también a veces poco respetables, hombres casados bien educados que engañan a sus mujeres sin el más mínimo pudor...No sé, pero el amor suena como una palabra demasiado confusa y emparejarse empieza a no parecer tan atractivo. Y sin embargo las mujeres lo buscan a toda costa, está escrito en su inconsciente. Las mujeres quieren tener un hombre a su lado y quieren el amor por encima de todo.

¿ Me puede alguien decir que nos pasa a las mujeres con el amor? ¿ Acaso no existimos realmente sin él?


Seguí preguntando y esta vez le planteé la cuestión a una amiga terapeuta. Ella trabaja con hombres y con mujeres en su consulta, y también con parejas. Es la depositaria de miles de confidencias, temores, experiencias, incógnitas y sentimientos de todas clases. Mi amiga me dijo que el psicoanálisis resuelve que estamos condenados a un continuo desencuentro salpicado de pequeños encuentros ( ¿ de verdad decir esto es resolver algo? ), y además me dijo también que los hombres sufren el peso de una carga en la que la mayoría de las mujeres no reparamos. ¿ Cuál es esta pesada carga? No sé, pero siguiendo con la línea del psicoanális, para deshacerse de ese lastre Mr. Darcy habría necesitado más o menos unos trescientos millones de sesiones de terapia, o bien haber nacido siendo un prodigio de la naturaleza humana, más concretamente masculina.Y ésto no parece muy probable.

En El segundo sexo, un clásico que me ha acompañado en este prolongado estío , la gran ideóloga del feminismo propone una reeducación de los sexos para que aprendan a estimarse como iguales, para que sea posible la relación que Freud y Lacan ya nos advirtieron que no es posible. Yo me he puesto a pensar y solo he podido llegar a la conclusión de que todo esto me da muy mala espina, y me suena más a que uno de los dos sexos deberá practicarse en masa una lobotomía si se quiere llevar bien con el otro. Que lo veo difícil, vaya. Chicas, no pretendo ser una aguafiestas, pero me temo que Mr Darcy no existe fuera de la encantadora ficción para la que fue concebido. Shit, shit and double shit, como diría una amiga mia paisana por cierto de la famosa novelista inglesa.


Pero no se trata de ser pesimista. Quizá solo se trate de analizar por qué este personaje es tan jodidamente irresistible y después averiguar si hay alguna manera de librarse de su hechizo. Se trata de saber si es posible deshacerse de la idea femenina de “hombre de verdad” para poder tener oportunidades con los “hombres reales”. Joder... Esto me lleva a una pregunta aun más inquietante que la del título de este post : ¿A las mujeres les gustan realmente los hombres? Lo digo porque si los hombres no son nada de eso que es el Sr Darcy la cosa se complica de verdad... Tendré que seguir investigando…

Nota: Para las/los que aun no la hayan disfrutado, echar un vistazo a Pride and Prejudice, ( de Jane Austen, claro).