domingo, 28 de junio de 2009

Resiliencia

Se lo preguntó Preston Sturges en Los viajes de Sullivan y Lawrence Kasdan en Gran Cañón. Yo no pretendo compararme con artistas tan grandes, pero esta tarde me he visto a mi misma completamente knockeada en mitad de la calle Alcalá preguntándome si no son obscenidades mis deseos , y si perseguirlos, y hasta hacer de ellos un acto de exhibición, no será acaso una falta total de ética. Asumir que por puro azar has nacido en el lado afortunado del mundo, aun cuando ésto no es garantía de nada, a veces lleva un ratito.

El golpe de knock out ha venido por la exposición de Photoespaña en el Instituto Cervantes.

No sé qué me ha pasado. No soy ninguna inocente. He visto cientos de fotografías y muchos documentales que muestran la miseria y la extrema pobreza en la que viven muchas personas en este planeta. Pero esta tarde me ha sorprendido in fraganti. La conciencia, el sentido de la perspectiva y la decencia me han pillado desprevenida. Claro,normal,estaba relajada.Venía de pasar un buen rato y estaba como en las nubes, y el cristal que separa mi vida de la de millones de seres humanos estaba hoy tan limpio que no lo he visto y me he dado de bruces contra él. Por unos minutos he sentido que hasta lo atravesaba y me quedaba al otro lado. He intentado recordar. ¿Qué había ahí todas estas tardes atrás? ¿Quién ha puesto hoy tanto sacrificio y tanta pérdida al otro lado de la calle, en medio de mi mundo? Parece que el cristal de mi lente es opaco para algunas imágenes. Hay ciertos recovecos del pensamiento que no conviene limpiar mucho, no vaya a ser que salgan demasiadas preguntas sin respuesta de debajo de la alfombra, delitos flagrantes que no recibirán ni tan siquiera justicia poética.


Hoy me he levantado al mediodía, he tomado un rico desayuno chequeando en buena compañía las noticias en internet.Fruta, café,tostadas y chocolate,de todo un poco. Durante el desayuno hemos decidido la ruta del día. Bien vestidos, siguiendo las tendencias sin abusar, al tanto de novedades culturales y artísiticas, como dos occidentales bien educados, mi acompañante y yo hemos visitado la librería Berkana de la calle Hortaleza, hemos estado hojeando algunos libros y películas, hemos dado un paseo por las calles de Malasaña y Chueca, hemos parado a tomar un refresco en Isolée, y hemos disfrutado del ambiente limpio y blanco de este espacio multidisciplinar en el que puedes degustar una bandejita de sushi, comprarte un bolso de Comme des Garçons o las delicatessen internacionales más ricas para preparar una cenita en casa. Al menos veinte tipos distintos de agua embotellada ( y qué botellas) se venden en sus estantes, algunas a precio de Moet&Chandon.

Luego hemos salido a la calle y hemos bajado hasta Barquillo, mirando las terrazas de los áticos, diciéndonos lo bonito que es Madrid e imaginando cómo sería vivir en uno de esos apartamentos. Tomar el sol, leer los periódicos, escribir, ver películas...Mis ojos, siempre buscando la belleza en cualquier rincón, hoy me han denunciado. "¿Pero tú en qué estás pensando?" me han preguntado, y también "¿qué es lo que te crees?"

La exposición que tiene sede en el Instituto Cervantes se llama Resiliencia. "Capacidad de un sólido para recuperar su forma y tamaño originales cuando cesa el sistema de fuerzas causante de la deformación." Eso dice el Diccionario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y también el tríptico que publicita la exposición.

Un grupo de diez fotógrafos nos muestran las realidades que han visto sus cámaras. La mirada desde mi taxi (impresionantes imágenes las de Oscar Fernando Gómez Rodriguez), los suburbios de México D.F, sonrisas adaptadas a la rutina de la violencia, cielos muy azúles sobre calles sucias, casas hormiguero, señas de identidad pandilleras, la mágica particularidad de la vida andina, los distintos tipos de colorido del Perú, de soslayo la cuestión racista hacia la población quechua y los asentamientos de El Pico tras el terremoto del 2007 en Lima. Ana Cecilia Gonzalez Vigil filma a un señor sentado en un sofá dentro de una chabola en ruinas explicando el día del terremoto y a donde piensa él que han ido las supuestas ayudas del gobierno. A su lado, sentado también, primero muy formal y luego aburridísimo porque la charla se hace muy larga, un niño me hace sonreir y acordarme de una película de Almodovar. Va traduciendo a la cámara con un lenguaje de gestos inventado lo que el adulto está contando. "Se cayó la pared entera, y desapareció la parte de la casa donde yo tenía mi negocio, que era un bar". El niñito dispone las palmas de sus manos abiertas en forma de L y deja caer la una sobre la otra como si fuera una plancha muy pesada, mirando con una expresión a la fotógrafa como de "¿entiendes?", por si las palabras no fueran suficientes.

El comisario, Claudi Carreras, dice que esta exposición, entre otras cosas, se pregunta por el papel de la imagen en nuestra sociedad. Yo me pregunto si es obsceno, o decente, que en nuestra sociedad el ocio de dos personas con pequeñitas inquietudes intelectuales incluya asomarse a la ventana del dolor de los otros. Me siento totalmente desorientada y mis pensamientos echan a andar por caminos diversos, desvaríos, incógnitas y áreas desconocidas.
También me pregunto si lo grave no es lo que acabo de ver, sino seguir deseando lo que deseo después de haberlo visto. (Una y otra vez vuelvo equivocadamente a la misma pregunta egoista : ¿ por qué voy yo a alcanzar lo que quiero si muchos otros no tienen ni tan siquiera lo que necesitan? )


El estado de K.O. me dura hasta el Vips de Fuencarral. Compramos algo de cena, un cuaderno de To-do-list-things como regalo para una amiga y una biografía de Dylan que está en oferta ( Lo sé, soy muy pesada con Dylan. Es el tercer libro en lo que va de año que compro sobre él, además de Chronicles). Pagamos y salimos. Caminando entre los estantes llenos de "bienes" me acuerdo de los personajes de Joel Mcrea y Steve Martin en esas dos películas a las que vuelvo tanto.

No. No me lo voy a poner tan fácil. Lo prometo. No voy a asumir como propias sus conclusiones. Pero no puedo contestarme a todas las preguntas a la vez. Y necesito un punto de partida.

Para empezar, no ser tan cobarde. Asumir los riesgos. No volver a preguntarme por qué voy a conseguir aquello que persigo, ni buscarme excusas tan obscenas e indecentes para dejar de intentarlo. Para empezar, escribir. Y recordar. Que todo lo que veo no se quede en un mero episodio. "No olvidarme de ésto" deberá ser el imperativo categórico que dé contenido a mi código ético. Y no pararme. De a poco, algunas cosas se pueden hacer. Aceptar, como un regalo del azar, mi propia Resiliencia.




Nota: Los diez fotógrafos que participan en la exposición me parecen magníficos. Únicamente he nombrado dos porque sus obras me tocaron de un modo especial.

2 comentarios:

  1. también he estado en esa exposición, me ha impactado pero no al punto de recibir un K.O, acostumbro a poner atención en todos esos temas de países del "tercer mundo" o "emergentes" como se llaman ahora para no ser tan crueles (al menos con los nombres), también la atención en las guerras y genocidios...con lo cual no me pillan por sorpresa ni la pobreza ni el quinto mundo ni las guerras, ni estos temas de las desgracias ajenas a los que tantos dan/mos vuelta la cara las mas de las veces.
    Muy bueno el post! y la capacidad de resiliencia!

    A la espera del próximo!

    P.

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  2. venga, un nombre y una canción para tu post:
    Kevin Carter, fotógrafo y título de una canción de Manic Street Preachers
    http://www.youtube.com/watch?v=T7hw5NkSPvs

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