lunes, 22 de febrero de 2010

La canción del pirata ( 2ª sesión de divan )



Una tarde de verano, cuando era pequeña, un amigo de mi hermano dijo que iba a darle cien vueltas a la piscina corriendo. Yo me puse en pie y dije que yo también lo haría.
Era una piscina grande, llena de niños jugando y un montón de casitas alrededor con las puertas de los porches sin cerrar. Aquel tío era mayor, más grande y mucho más fuerte que yo. Pero como él dijo que podía hacerlo, yo dije que también.Qué quereis que os diga. No sé qué estaba tratando de demostrar ni a quién. Así que el tío se puso a correr, sin ir muy rápido, tomándoselo con calma, controlando sus zancadas y su respiración. Y yo me puse a correr detrás de él, descalza y con mi bañador de rayas de Fiourucci con el que mi madre y sus amigas decían que estaba monísima. Pensé que no era para tanto, que el desafío se resolvería en unos minutos, que cien vueltas y una piscina de veinticinco metros no son tan gran cosa, pero al cabo de un rato largo corriendo las vueltas se hacían cada vez más pesadas y la piscina más grande. El otro corredor parecía muy profesional y además iba bastante sobrado. Se burlaba de mi manera de correr e intentaba convencerme de que no sería capaz de llevar a buen término el desafío. Yo intentaba ignorarle pero mientras corría podía notar que los otros niños me miraban como si estuviera loca, como si estuvieran de acuerdo con él, y creo que todo eso unido al cansancio hizo mella en mi. Me sentía algo confusa y para cuando empecé a notar molestias por todo el cuerpo ya había olvidado la razón por la que me había puesto a correr. Suponiendo que la hubiera tenido en algún momento. Pero no podía parar. Como si fuera una cuestión de honor o algo así.

Por supuesto no llegué a completar las cien vueltas. Un amigo de mi padre que llevaba un rato mirando desde su porche decidió salir y parar aquel estúpido espectáculo. Creo que me quedé cerca de las ochenta. El amigo de mi padre era médico y debió de verme exhausta porque me llevó a su casa, me tomó el pulso, me dio una limonada con mucho azúcar y me preguntó con aire serio “¿Por qué has hecho eso? ¿No ves que podías haberte hecho daño, caer desfallecida?” “¿Me voy a morir? le pregunté yo” “No, no te vas a morir” me contestó con una sonrisa “pero no vuelvas a hacerlo”. Y luego vinieron mis padres a recogerme y me echaron una bronca de campeonato.

Por la noche pusieron en la tele Los cuatro jinetes del Apocalipsis, y aunque ya tenía once o doce años, como estaba inquieta, mi madre me tuvo un buen rato sentada en sus rodillas mientras veíamos a Glenn Ford pasearse por Paris durante la 2ª guerra mundial con unos abrigos color camel y gris marengo preciosos. Estaba muy nerviosa. Tenía la sospecha de que había hecho algo muy malo, de que había rozado el límite que no hay que rozar, y que de haber continuado un poco más Los cuatro jinetes del Apocalipsis habrían venido a por mi esa noche. Así que finalmente acabé preguntándome en qué estaría yo pensando para hacer algo así.


Puede que no tenga nada que ver, pero mucho tiempo después de aquella tarde de la piscina, y no tanto tiempo atrás desde ahora,( aunque parece que hubieran pasado siglos), un tío que me gustaba mucho me preguntó una noche “¿Quieres que yo cuide de ti?”. Estábamos tumbados el uno al lado del otro, y aunque cada uno estaba pensando en lo suyo se podía sentir que estábamos bastante cerca. Me refiero a que cada uno tenía su propia historia pero estábamos juntos. Entonces él me hizo esa pregunta: “¿Quieres que yo cuide de ti?” Y a mi se me ocurrió contestarle “Es una oferta muy muy tentadora, pero creo que soy yo la que debería cuidar de mi”. La verdad, tampoco sé en qué carajo estaba pensando en esa otra ocasión. Pero me paso todo el rato haciendo cosas así.



Referencias interesantes:

1.- La canción del pirata, claro. José de Espronceda. Un clásico y una maravilla.

2.- La edad de oro de la piratería. H.F.Rankin. No es un autor muy conocido, y en alguna ocasión leí que podía ser un seudónimo utilizado por Daniel Defoe. Aunque no sé qué hay de cierto. En cualquier caso, el libro es una delicia.

3.- Historias de piratas. Daniel Defoe. Aunque es un autor que trató mucho el género, no es lo que más me gusta de él.

4.- Piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros. Manuel Lucena Salmoral. Este profesor de historia de la Universidad Autónoma de Madrid hace un estudio riguroso y muy entretenido de la piratería en las costas americanas desde 1521 hasta 1722.

5.- El pirata. Joseph Conrad. Su última novela. Creo que ya la he citado en alguna referencia. Como todo lo de Conrad. Superior.

6.- El Corsario Negro. Emilio Salgari. Una serie de novelas que recorren la vida de este atormentado personaje que jura venganza sin descanso al tirano gobernador de Maracaibo y que por juegos del azar se enamora perdidamente de su sobrina, Honorata Van Guld. Supongo que ahora le encontraría miles de defectos al texto, pero para mi siempre será "el precursor" ( que diría Charles Ryder en Retorno a Brideshead)

7.- Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Vincent Minelli, sobre la obra homónima de Vicente Blasco Ibañez. Me encanta Minelli.

8.- Patente de corso. Arturo Pérez Reverte. No conozco a fondo la obra de este autor, pero en la serie llamada así hay referencias constantes a la piratería, y tiene un artículo en concreto que se puede encontrar en su web en el que define con brillantez los distintos tipos de militantes en la Hermandad de la Costa. De alguna manera, él navega cual corsario a bordo de su columna.

11 comentarios:

  1. Anónimo23.2.10

    Llevo mas de un dia pensando que comentar a tu entrada. La lei ayer y, en parte al comprobar que iba a ser el primer comentarista, decidi esperar un poco antes de escribir algo. Volvi a leer la entrada, que por algun motivo me resulta muy familiar, por la noche, pero de nuevo no supe muy bien que decir.

    A la tercera va la vencida, pero no te creas que tengo pensado que decirte. No recuerdo haber hecho nada tan extremo como intentar darle cien vueltas a una piscina, pero si recuerdo dejarme llevar por ese tipo de retos, que suelo aceptar sin remilgos (no hace mucho, me meti, a 20 grados bajo cero, en un pocillo de agua helada a traves de un agujerito hecho en el hielo). No me considero nada valiente, mas bien al contrario, pero ese tipo de desafios me atrae.

    Es muy probable que ese tipo de impulso vaya unido a un deseo de superacion individual, o al menos de reafirmacion personal. Por eso es imoprtante que antes de dejar que alguien cuide de nosotros (o incluso dejar que alguien nos quiera) tenemos que aprender a cuidar de nosotros mismos, y a querernos a nosotros mismos. Luego, podemos ya "nous adonner a l'amour". No hay traduccion posible a ningun idioma de "s'adonner", pero lo dejo en frances porque se de sobra que lo vas a comprender.

    Me encantan los detalles de tu relato. Me imagino perfectamente el traje de banho de rayas de Fiorucci, que mona. Me enloquece la limonada muy dulce, esa si que es una de mis "guilty pleasures" favoritas. Me encanta el gris marengo. Y combinado con beige ni te cuento. No soy tanto de piratas, quiza porque he conocido alguno en la vida real y desde entonces estoy escamado al respecto, pero me vuelve loco Conrad. Y Minelli, por supuesto. Casi tanto como Jean Negulesco. Bueno no, mucho mas que Negulesco, pero ya sabes que me gusta dar siempre un toque camp.

    Este blog es fabuloso.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo24.2.10

    Emilio di Roccabruna... qué me vas a contar.
    ¿Por qué no has puesto La isla del tesoro? No hay nada como leer según qué libros cuando se tienen los años justos, a mí me pasó con éste.
    Buena máxima vital la de saber cuidar de sí misma, es sorprendente cuántas chicas listas no saben hacerlo. Por no hablar de las que no lo son...
    Notorious

    ResponderEliminar
  3. Bueno, Squirrel, vaya comentario...Como dice Cary Grant en Charada "When you go...yo go!". Me ha emocionado. "Nous addoner a l´amour", qué bonita expresión. Es un honor que consideres "así" ( me da verguenza repetir la palabra, qué tonta) mi blog.

    Notorious, qué imperdonable olvido el de La isla del tesoro.´Ya veo que vamos a tener que compartir también al Corsario Negro y que eres una chica pirata...Tendríamos que echar un rato largo...
    Por cierto, ¿has visto a nuestro amigo Viggo en The road?

    ResponderEliminar
  4. Anónimo25.2.10

    No, me daba perecilla (que tendría que escribirse perezilla) el rollo apocalíptico. La semana pasada vi "A single man¨y comprobé que un chico guapo no basta para no aburrirse en el cine. Igual me equivoco y es buenísima, pero no sé no sé...
    Notorious

    ResponderEliminar
  5. hola Lulú
    me ha pasado lo mismo que a nuestra Ardilla americana,he entrado y leido muchas veces tu entrada piratesca y queria dejar un mensaje a la altura,que es mucha...
    me ha gustado tu historia del pasado y la del hombre que te queria cuidar,piensa Hana(el personaje femenino de el Paciente Inglés que en su dia hizo que Julieta Binoche ganara un Oscar)"Ternura para con lo desconocido y anónimo,es decir,ternura para consigo misma."
    Yo hace tiempo que aprendí a cuidarme y a quererme y a estar muy a gusto conmigo mismo sin necesidad de nadie+,es el principio básico que te lleva a la felicidad,después te cuidan los amigos y ahora mi Santo,pero lo importante es cuidarse uno mismo y mantener a raya a los piratas que cantan:
    Quien quiera ser un brivón,canalla de fama mundial,que imita al pirata más ladrón como el Garfio no hay otro igual,un pillo sin rivaaaaaaalllllll
    Ay la de un Pirata es la vida mejor,se vive sin trabajar,cuando uno se muere con una sinera se queda en el fondo del mar,si se queda en el fondo del maaaaaaaaaaaaaarrr
    Me encantan los piratas
    abrazo fuerte e iluminado para el findesemana

    ResponderEliminar
  6. Qué bonito comentario Bruno, me has puesto una sonrisa muy grande en la cara.( Me gusta mucho El paciente inglés) Y me alegro mucho de que coincidamos en las inclinaciones piratescas!De hecho quiero recordar que en alguno de los murales que has pintado he visto por ahí algún barco pirata...

    Un abrazo muy fuerte para ti también

    ResponderEliminar
  7. Me gustó mucho como lo contaste. Te he imaginado de pequeña y con ese bañador, y me produjo una enorme sonrisa :)

    Aunque llevo unos días algo desconectado de todo, sigo tus sesiones de diván, que ya te dije, me encantan.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Me ha encantado tu entrada de hoy, Lulu.
    Tarde de verano, piscina, un reto... me ha recordado un relato que leí recientemente, El nadador, de John Cheever.

    ResponderEliminar
  9. Jorge, yo también ando un poco desconectada y ocupadilla con las cosas cotidianas de la vida, pero me alegró mucho entrar por aqui y encontrar tu comentario, tan amable, como siempre.

    MCarmen, qué buen relato, y qué buena película adaptando ese relato. Burt Lancaster interpreta a ese nadador. Si no la has visto te la recomiendo, está muy bien. Gracias por pasarte por aqui, yo ya soy asidua del tuyo, y me encanta descubrir todas estas referncias en común que van apareciendo en entradas y comentarios.

    ResponderEliminar
  10. Conozco la peli, pero no la he visto. Burt Lancaster es uno de mis actores fetiche, me la apunto.
    Y, gracias a ti.

    ResponderEliminar
  11. Anónimo3.3.10

    Desde niño me ha costado entender porque mi vida carecía de la instensidad que tenían las novelas que leía.
    Mi padre me decía que por qué no paraba de buscar y la verdad es que por aquel entonces no era consciente de cómo hacía girar a mi realidad . El "otro lado" permitía que mi vida no fuese estupidamente cotidiana.

    Años después Victor, un profe de la uni, golpeaba con los nudillos la mesa de madera para decirme que ahí estaba el tema. Qué eso era lo importante. Aquí, ahora,esto. Tmbién me dijo que me haría adulto de golpe. Sus comentarios me asustaban.

    Ultimamente sólo quiero desnudarme y desprenderme. Sólo quiero aceptar que hay algo simple en todas las cosas. Una manera casi inmediata de percibir y entender que me resulta tremendamente complicada de interiorizar.

    -------------

    Me ha gustado imaginarte dando vueltas a la piscina con tu bañador de rayas. La piscina haciendose grande y grande y tu pequeña y pequeña cómo Alicia in Wonderland.
    También me resulta asfixiante verte roja y derrengada queriendo llegar y llegar.

    ¿Perdiste la partida?

    Aun no tengo tiempo de pensar que voy a hacer conmigo. A veces siento que seguir haciendo lo que tengo que hacer no me deja tiempo de hacer lo que quiero. El fin de carrera es frustante. Implica una dedicación casi exclusiva. Elegir es dificil y tal vez dar vueltas a la piscina hasta el desmayo sea idiota...
    Creo que somos niños para hacer el idiota. Y tengo miedo a ser mayor: Qué dificil es no perder la chispa, que dificil es domesticarse. ¿Y si me pierdo al hacerme adulto?... El lado oscuro de la normalidad acecha con sus ofertas seductoras, a veces resulta tan fácil ser lo que uno no quiere.

    ResponderEliminar