jueves, 25 de junio de 2009

Girls stuff

El verano se ha inaugurado esta semana en Madrid con una gran hoguera en la Plaza del 2 de Mayo que los bomberos tuvieron que venir a apagar.La gente cada año vuelve a quemar lo viejo para dar paso a lo nuevo. Deshacerse del mal lastre escribiéndolo en un papel y echándolo al fuego es un pequeño juego al que a todos nos gusta jugar en la noche de San Juan. Pero desde que los excesos en Malasaña están vigilados por los Cuerpos de Seguridad, saltar la hoguera junto al Monumento a Daoiz y Velarde es solo un recuerdo, casi un sueño, de mi primer verano en esta ciudad.

Lo que no va a cambiar nunca, parece, es la vida en la calle. Las noches de verano en Madrid sacan terrazas y gente para ocuparlas en cualquier rincón de la ciudad. Mis amigas y yo, claro, también hemos salido a celebrar el Solsticio.


Parafraseando a Onetti, el amor es de muchas maneras, y todas coinciden con el propósito de mantenerme viva. Digo ésto porque yo creo que estoy un poco enamorada de cada una de mis amigas.

Un regalo bonito que me ha traido esta ciudad ha sido la experiencia ¿adolescente? de vivir mis cosas de cada día acompañada y arropada por un grupo de amigas, por una pandilla de chicas. Yo, que siempre fuí solitaria, o de relaciones de amistad monogámicas, y que hasta pretendí en algún momento que podía ser un hombre, he descubierto el placer de compartir, confiar, aprender y vivir rodeada de mujeres. Las mujeres me sorprenden cada día. Uno de mis mejores amigos me dijo una vez que él admiraba a los Grandes Hombres, capaces de crear obras magnánimas que quedaran para siempre en la historia: una máquina que borrara la distancia de los océanos, un edificio que casi tocara el cielo, un puente gigante que uniera dos ciudades. Yo me quedé pensando y le dije que yo admiraba a los grandes hombres capaces de crear un pequeño puente que uniera los dos extremos de una vena o de una arteria,para que una vida humana pudiera continuar, y que así pudiera continuar todo lo que rodea a esa vida, el amor,el dolor también,las sorpresas,aprender,la cotidianidad, y todo lo demás. Y él se me quedó mirando fijamente y cómo si pensara en voz alta dejó escapar estas palabras: "Vosotras y vuestra capacidad femenina de reducir el universo a las pequeñas cosas"


De las pequeñas cosas más bonitas que yo tengo es la habitual "cena de chicas". Según las circunstancias ( trabajo, solvencia, parejas eventuales o no ) la frecuencia varía, pero nunca falla. Si el día se pone complicado, o amanece bueno, si hay noticias de cualquier tipo, surge una emergencia que analizar,o simplemente hace tiempo que no hemos estado juntas, hay un intercambio de sms, e-mails, llamadas de móvil y la "Reunión en la Cumbre" se fija para las 10:00 de la noche.


Compartir alegrías y tristezas con mis chicas me ha dado un sitio en esta ciudad, me ha dado nuevas raíces, otro hogar, y sobretodo, lo que es muy importante, me proporciona con cada nueva experiencia una oportunidad de aprehender la vida con buen humor.Y aprendo mucho con ellas.


Berta es la dueña del sentido común más aplastante que he conocido. Es la eterna Lolita, la niña pecosa y traviesa de tebeo.Genuína y pícara. Patricia (Patito) es cálida y generosa, una mujer sin prejuicios ni falso pudor, con la mente perfectamente estructurada, que diría un terapeuta, y además tiene la fuerza de las madres.Odette esconde su ternura y su bondad en un torbellino que puede arrasar como un ciclón, para después convertirse en agua mansa y dulce. Arantxa es lista, ocurrente, tiene los ojos y los oídos bien abiertos, un radar para lo que vale la pena y una muy sana ambición. Las cuatro son guapas por dentro y por fuera, y sobre todo, son diversión asegurada.

Y dicho todo ésto, huelga decir que ya estamos preparadas para las noches de verano en la ciudad.


Por cierto, las fotos de la "cena de chicas de ayer" están tomadas en el restaurante La mucca.Nos gustó mucho.

Tiene una decoración muy cuidada, mezcla de industrial y ese rollo vintage que está proliferando por muchos locales de Madrid, con el aliciente de que aquí, si te gustan los muebles, te los puedes llevar, comprándolos claro. El local es grande, tiene distintos espacios y también terraza.

Comimos muy bien. Hay un poco de todo. Tapas creativas para entrantes, sopas ( Esto a mi me importa mucho. Mi amor por las sopas es el único punto que no comparto con Mafalda) ,ensaladas, pastas, pescado, unas pizzas riquísimas y una hamburguesa con muy buena pinta.

Tiene una carta de vinos interesante. Los camareros son muy majos.El jefe de barra, Adrián, resultó ser conocido nuestro de otros locales de Malasaña, y Josechu el encargado, que manejaba con simpatía el golpe fuerte de público, fué un encanto. Al despedirse nos invitó a 2 rondas de chupitos y a que volviéramos otro día en el que pudiera atendernos como nos merecemos. Aunque eso lo dijo mirando fijamente a Pato, así que no desarrollaré mucho más la frase, porque no estoy segura de que estuviera hablando del servicio. Ooops!!


P.D: Información útil
La mucca
Plaza Carlos Cambronero, 4. esq. calle Pez.
Tipo de cocina: Internacional.
Precio: de 25 a 35 euros.
Dias de cierre: No cierra.
Observaciones: Todo el mobiliario está a la venta
Tfn: 91 521 00 00.

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